Día Internacional para la prevención del suicidio: una persona se suicida cada 40 segundos

En el mundo una persona se suicida cada 40 segundos y es la primera causa de muerte violenta. El día de Internacional para la Prevención del Suicidio muestra una realidad casi negada y donde las crisis, el desempleo, la pobreza y la falta de atención sanitaria están empeorando la situación. 

Las enfermedades sin atención adecuada, pobreza, desempleo, humillación, abusos sexuales, pérdida de seres queridos, el maltrato en la infancia o los trastornos mentales como la depresión y la esquizofrenia son en definitiva lo que debemos evitar los 365 días del año!

Las campañas de concienciación contra el #suicidio en muchos casos son solo parches para calmar las conciencias de algunos y justificar no hacer NADA. Si no se hacen frente los problemas subyacentes que hay detrás o se ponen medios en sanidad, las palabras solo son propaganda.

​Es esencial concienciarnos y sensibilizar, cuestionar el estigma asociado al suicidio y los problemas de salud mental, buscar las señales. ¿Pero donde están los medios?  Hablar de suicidio es hablar sobre todo de crisis económica y una sociedad desencantada. Esa es la verdad.
 
El suicidio, se diga lo que se diga, está ligado en muchos casos a la desesperación por la falta de dinero y empleo, una salud precaria y la rabia por no ser atendido o ver cómo nuestra calidad de vida se deteriora. Los medios de comunicación falsean la realidad y eso lo empeora.

Ya hace tres años una investigación demoledora en USA (Hoffmann, 2019) mostraba que los niños residentes en los condados con las tasas de pobreza más altas tenían un 37% más de probabilidades de morir por suicidio que los que vivían en los condados menos empobrecidos.
 
Donde se realizan estudios serios y verificables sobre suicidio infantil y juvenil las cifras se reproducen con aterradora similitud. La pobreza creciente induce al suicidio. Esta lleva a inseguridad, falta de apoyo, enfermedades mal tratadas, drogadicción, etc y luego, con el tiempo, al desenlace fatal.
 
Vivimos en una sociedad que niega la principal razón de muerte violenta, el suicido es muchas veces la consecuencia de otras dolencias desencadenantes sin atender: drogadicción, alcoholismo, enfermedades incapacitantes, etc pero no se nos muestra esa relación incómoda.

Tampoco se muestra la relación inicial con una sociedad empobrecida y una juventud desencantada a la que no se le ayuda a afrontar una dura realidad en la que el individualismo y la angustia por triunfar, destacar y poseer bienes materiales lo es todo, mientras el trabajo precario crece.

Es una realidad incómoda para la política y que ha crecido como consecuencia de la constante pérdida de calidad de vida y la exaltación del éxito de unos pocos. Una realidad que muestra el fracaso de una sociedad que empeora cada día y es mejor ocultar con promesas vacías.

Los medios de comunicación y las redes sociales empeoran la visión de una situación de injusticias, impunidad e indiferencias económicas o sociales que llevan a las personas a la desesperación y cada vez más, en jóvenes, incapaces de soportar la presión.

​El bullying ha traspasado las calles y las aulas y el ciberbullying atormenta a cientos de miles de niños que sufrirán las consecuencias el resto de sus vidas (si no acaban suicidándose antes) la crueldad y crudeza del acoso infantil se ha multiplicado x100 y apenas sabemos nada.
 
Los medios de comunicación inducen con técnicas cada vez más perfeccionadas a crear deseos en nosotros y una sensación de frustración si no conseguimos lo que nos venden, nos sentimos “perdedores”, nos “avergonzamos” de no tener lo que otros presumen.

En las RRSS el postureo y presumir (muchas veces de lo que no somos ni tenemos) induce frustración en muchas personas –incluso en quien publica-. Hablamos de un bombardeo constante miles de mensajes en los que otros nos recuerdan que están supuestamente mejor que nosotros. Estas podrían tener una misión más cultural, de ocio sano y social, apoyando a los pacientes, ayudando a las personas necesitadas, etc. Pero sin embargo lo que prima en los algoritmos es la promoción del odio visceral, del enfrentamiento. En definitiva el desasosiego y la crispación vende más!

Como hable hace poco, Internet ha creado nuevos síndromes absurdos como la “Dismorfia de Zoom”, la necesidad de cirugía estética para “salir bien” delante de una cámara, que en definitiva no es más que otra consecuencia de la explotación de nuestras inseguridades.

Muchas personas mayores viven cada vez más apartadas de una realidad que impulsa la juventud y la belleza como valor máximo, donde la experiencia y la edad son despreciadas delante de estereotipos absurdos del éxito. Incapaces de adaptarse y despreciados, su soledad crece.

​La brecha digital está causando una incomprensión cada vez mayor entre las personas de edad más avanzada, que ven a su vez, desmantelado un estado de bienestar que daban por sentado y ahora se hunde mientras que no comprenden la nueva realidad aferrados a un televisor mentiroso.
 
Las empresas buscan cada vez más personal joven y muy cualificado dispuesto a trabajar largas jornadas en empleos precarios, despreciando a los mayores con más experiencia y necesitados de empleos estables. Haciéndoles sentir inútiles en un mercado laboral que les olvida.

​Hacen falta más profesionales de salud mental por supuesto! y más profesionales en otras áreas de la salud que impidan que acabemos en el área de psiquiatría desesperados por no ser tratados a tiempo, ni por profesionales agotados, mal pagados o incompetentes.
 
Hay un silencio horroroso respecto a los miles de pacientes que empeoran sus enfermedades mientras no son escuchados por una sanidad comprensiva y empática, lo que conlleva que finalmente acaben aún más maltratados en unas alas de psiquiatría saturadas y desmotivadas

​Tratar adecuadamente y a tiempo las dolencias y problemas que llevan al suicidio, además de un acto de solidaridad humana llevaría beneficios económicos inmensos a largo plazo pero la política es cortoplacista y si no se puede vender un éxito antes de unas elecciones no vale la pena.

​Autor y Diseño gráfico: Nerea González - Mani González

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